El derecho a discrepar
Cada día es más difícil decir no. Llevar la contraria y saber asumir las consecuencias, en este momento en el que se compran las voluntades tan baratas y se venden a precio de saldo algunas dignidades, es lanzarse a la nada. Hay que adaptarse, sumergirse y bucear entre los tiburones y saber esconderse de vez en cuando para tomar fuerzas y mantener las ideas intactas. Evolucionar y madurar sí, pero mantener firmes los credos.
Estamos sujetos al devenir de los acontecimientos,nos supera todo. El pedazo de tierra que nos colinda muta y gira de vértigo; marea, asusta y detiene. Nos deja paralizados y hechos un atillo. Invita a decir sí y bajar la cabeza cuando en realidad no queremos asentir. Invita a callar y dejarse llevar porque todo es más complicado cuando se decide llevar la contraria. Invita a diluirse.
Adaptarse no significa perder la esencia ni renunciar a ser uno mismo.
No es resignarse y desvanecerse.
Vivimos en una sociedad dónde sólo se permite discrepar a los genios. A las grandes voces y vanagloriadas plumas… que al paso, se vuelven esclavas de esa discrepancia. Se transforman en siervas de su singularidad, obligadas a discrepar para marcar diferencia, para vender algo impactante y nuevo cada día. Sigue sigue...
Si te ha gustado lee esto para intentar ser feliz y al mismo tiempo seguir peleando,
sin odio, pero sin desmemoria.
sin odio, pero sin desmemoria.
No son pensamientos de mi cabeza, pero los suscribo casi al 100%.
Yo soy menos amable, pero si no, no sería yo mismo.
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